
La guía del éxito sobre una marca política ideal
Entendemos que una marca política es la combinación de las características esenciales de un candidato o partido político que lo hacen singular; sus valores, sus formas de actuar, la oratoria política, su gestión, y todo aquello que permite diferenciarse de los demás competidores.
Construir una marca a través del branding político tarda años salvo contadas excepciones, destruirla, muy poco tiempo.
La marca se puede utilizar de formas poderosas y únicas para unir a las personas por una creencia, causa o idea común. Cuando se aplican los mismos conceptos básicos de la marca a las campañas políticas, tiene un poder increíble para fusionar tono y voz, identidad de marca, propósito de marca e imagen de marca para unificar a las masas.
Partiendo de las bases principales para formular una marca se encuentra; el sello distintivo que permite reconocer un partido entre otras organizaciones dedicadas a la vida política.
Las marcas políticas, actúan como mecanismos de acceso inmediato para comunicar el posicionamiento deseado a una multitud de actores, como los simpatizantes, los activistas, los medios de comunicación, los empleados y, sobre todo, los votantes, además, están diseñadas para actuar como referentes para diferenciarse de sus rivales en términos de iniciativas políticas, ideología y valores. Se construyen para fomentar la identificación y el respaldo. Representan una serie de promesas y aspiraciones proyectadas y propuestas que se materializarán si tienen éxito en las urnas.
Las propuestas de valor se presentan en el marketing político como promesas entre el partido político y el mercado objetivo. Por ejemplo, la oferta del partido político puede consistir en compromisos futuros y en la creencia proyectada de la capacidad de gobernar basada en la política, el liderazgo, el candidato, el partido y la trayectoria anterior.
El producto político es una oferta intangible y abstracta que tiene valor para el votante y la sociedad en general a pesar de que ese intercambio suele ser difícil de efectuar cuando el partido no gana.
La literatura especializada en marketing político identifica una serie de propuestas de valor entre el agente/votante y el partido político, que incluyen el ofrecimiento de votos, información, apoyo financiero y donaciones de tiempo, esfuerzo y lealtad a cambio de que el partido ofrezca un valor, como una gobernanza eficaz, el gobierno de la ideología preferida por el agente votante, influencia y respaldo.
Las marcas políticas adoptan diferentes formas, tamaños y manifestaciones. Resulta ampliamente admitido que los partidos políticos, los candidatos, los líderes de los partidos, las campañas electorales, los grupos políticos, las iniciativas políticas y los legisladores pueden ser conceptualizados como marcas políticas por sí mismos.
La identidad de marca está relacionada con las «características distintivas y relativamente duraderas» del posicionamiento previsto de una determinada marca.
La identidad de la marca política puede ser considerada como la proyección deseada, una narrativa formulada y comunicada por individuos dentro de la organización política. Además, la identidad de marca política representa lo que los estrategas, los políticos y los directores de comunicación quieren que su marca «represente» en las mentes de los múltiples actores dentro y fuera de la organización. Más concretamente, personas como los políticos, los expertos en estrategia, el personal remunerado/voluntario, los activistas y los simpatizantes crean una identidad concebida en torno a elementos físicos como los logotipos, los símbolos, las plataformas de comunicación, los mensajes y las políticas, con frecuencia diseñados para atraer a diferentes grupos o mercados objetivo. Además, la identidad de la marca política puede elaborarse a partir de elementos intangibles como un conjunto de valores, narrativas, misión, visión, ideología de la personalidad y cultura-patrimonio que a menudo se materializan a través de las imágenes y asociaciones deseadas. Las identidades que triunfan, independientemente de su expresión, deben garantizar que sus marcas se construyan y gestionen en torno a un conjunto de dimensiones sencillas
El desajuste entre la identidad comunicada y la imagen percibida puede debilitar las marcas políticas, ya que perjudica la claridad del mensaje y el posicionamiento. Una imagen de marca fuerte es capaz de ayudar a los políticos y a los partidos a construir una relación con los votantes y los ciudadanos que aumente la confianza hacia ellos, influyendo en la lealtad a la marca, lo que sustenta la noción de que una imagen de marca política es vital para entender y gestionar las relaciones con los ciudadanos.
De este modo, la identidad de marca política es creada internamente, constituyendo la proyección deseada, una narrativa formulada y comunicada por los miembros de la organización política. Mientras, la imagen de marca política resulta interpretada externamente y es la manifestación de la identidad comunicada combinada con las percepciones, asociaciones y actitudes en la mente de los ciudadanos y votantes.
Todo lo mencionado nos permite entender la importancia de la marca política ya que tiene que ver con el vuelco que ha dado la forma tradicional de hacer política. Es decir, la mayoría de partidos políticos han venido en declive en los últimos años, bien sea por valoraciones negativas, desaciertos gubernamentales, escándalos, descontento generalizado entre otros. Por lo tanto, crear una marca personal es clave para generar un impacto positivo y paralelo a todos los imaginarios negativos que suele tener el electorado sobre la política, los partidos y el gobierno.
Además a través del personal branding o marca personal, un candidato podrá diferenciarse de los demás competidores y generar conexiones auténticas con sus electores, lo cual, sin duda, impactará positivamente en sus métricas y resultados electorales
SS/akv